El Corazón De Un Jibaro

"El Corazón De Un Jíbaro"
Cada día me levanto y me preparo para la vida de ese día. Salgo afuera y el sol me abraza con tanta alegría.  Zapatos amarrados, pantalones de algodón y una guayabera planchada es lo que mi abuelo siempre sugería. Desde mi casita con techo de zinc camino hasta la finca. Acarició con las palmas de mis manos el pasto dónde ando que llega hasta mis costillas.
Al fin llegó a la finca donde empiezo mi trabajo diario. Me pongo en rodillas con un machete en la mano derecha y una canasta en el otro lado. Laburando por horas y horas arrodillado como si hubiese cometido un pecado. Miro para el cielo con mis manos sangrando, de todas las raíces que he cultivado en nuestro campo. Gracias a Dios que recordé traerme mi pava. El sudor se cae de mi frente como si en la tierra estuviera formando un charco de agua. 
Durante ese tiempo pensaba del pasado. Déjame pintar una escena retrospectiva por un rato. De niño salía corriendo de la escuela directo para la casa de abuela a comer bistec encebollado con arroz y habichuelas. Jugaba en el la marquesina o el patio y recogía
quenepas, carambolas o ciruelas. Eran tiempos más sencillos para este jibarito. Adelanto el cuento al presente en cuál estoy con mis manos abrazando la tierra de Puerto Rico. 
Termino el trabajo del día y me limpio las manos en el río. Lo único que falta es un jugo de parcha en un vaso frío. Empiezo a caminar para casa y le doy las gracias a Dios, el quién es mi testigo. Que mañana sea como hoy y antier, eso se lo suplico. También le doy gracias por cada centavo que gano, me siento orgulloso y no como un esclavo. Llego a la casa y enganchó mi pava en la pared en un clavo. Me quitó la guayabera y la pongo en el respaldar de una silla como hacía mi abuelo. Salgo afuera y me siento en el sillón y veo un vecino y le digo hablamos mañana, hasta luego. 
Ahora aquí estoy tranquilo, relajando escuchando el canto de los Coqui. Y en mi mente pensando en la sinfonía de la naturaleza y de niño todo lo que aprendí. La lluvia cae del cielo formando una canción en el techo. Me da un orgullo de ser un Jibaro Puertorriqueño con la sangre que tengo adentro de mi cuerpo dandole vida al corazón en mi pecho. Respiro el aire y disfruto mi isla mientras cantan los Coqui y yo toco mi Quatro, ese es mi derecho. Esta es una alegría que muchos no entienden y yo sé que yo lo merezco...
Jonathan El Poeta, 5/10/2018