Refugiados

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“Amado, sentido y comprendido. Injuriado, odiado y herido. Para unos, un analfabeto, para otros, un hombre ilustrado, pero las calles fueron su escuela y su universidad fue la vida, un centro en el cual los aprobados o el suspenso para las licenciaturas se entregan pos morten”
Impasibilidad.
Los caminos de Shahnameh y de Khalid se habían encontrado en El Medusa, y fue en esa vieja embarcación con destino a las costas de Grecia en donde rodeados de personas famélicas habían aunado sus fuerzas para sobrevivir a la travesía y al posterior naufragio en las traicioneras aguas del mar Egeo. Juntos habían salvado a varias personas de morir ahogadas, y también juntos habían temblado agarrados a unas viejas y podridas tablas de madera entre los restos del naufragio, exhaustos, juntos y heridos llegaron a una pequeña isla europea en donde fueron acogidos en un masivo centro para refugiados.
Shahnameh había salido de Teherán huyendo del radicalismo de los integristas islámicos, debido a su homosexualidad, quedarse en cualquier lugar de Irán le hubiera obligado a elegir entre la castración o el morir ahorcado, Europa se presentaba ante los ojos del joven iraní como la única salida a la salvación, y en el único camino que lo alejaba del medievo, de la muerte y que lo llevaba hacia la libertad, hacia la igualdad de oportunidades y hacia la vida.
Khalid había nacido en Pakistán pero con muy pocos años de vida se trasladó con toda su familia a vivir a Siria, allí había estudiado ingeniería, se casó y trabajó en un centro oficial hasta el momento de la primavera árabe, una primavera tan sangrienta y tan oscura que después de ella en Damasco ya no hubo paz para nada ni sosiego para nadie.
Shahnameh era musulmán y pese a su homosexualidad leía y seguía los versos escritos en el Corán, Khalid se había educado en la religión cristiana, aunque no se consideraba un practicante seguía sus ritos y sus celebraciones con respeto, sus padres, sus hermanos y sus abuelos habían sido bautizados y unidos en matrimonio como cristianos, y como un cristiano se casó con Zahira esperando que también por el rito del cristianismo se casaran algún día sus hijos.
Shahnameh había dejado atrás a sus padres, a sus hermanos y a sus amigos, muchos de ellos perdidos de forma física por la metralla de las bombas, otros se alejaron de él debido a los estigmas sexuales, es por eso que Shahnameh comenzó con su viaje un nuevo periodo repleto de ilusiones y de grandes esperanzas, el horror se quedaba en Irán, ante esa perspectiva la visión de perecer en el viaje era preferible a vivir como una rata sin derechos, su destino estaba escrito en la horca como un hombre, en la lapidación como un transexual, o en convertirse en una viciosa aberración para satisfacción de los más bajos instintos de los fanáticos del islam.
Entre tinieblas e infortunios,
navega mi corazón,
entre penas y desencantos,
naufragó la razón.
Entre palabras e improperios,
cabalga la ilusión,
entre lágrimas y lamentos,
se estrelló tu corazón.
Surgiendo desde el suelo,
un mar de ceniza que,
envolvió como el lodo,
el brillo de la tarde.
Y se oscureció el cielo,
en tonos granate,
que lo cubrió todo,
como reseca sangre.
Entre suspiros y sueños,
reposa mi corazón,
entre rencor y desengaños,
se pierde la emoción.
Entre palabras e improperios,
camina la ilusión,
entre lágrimas y lamentos,
se perdió un corazón.
Dos hombres diferentes se encontraron con un mismo destino, y en un centro de internamiento para refugiados compartirían la incomprensión, la desconfianza, el miedo a lo desconocido y todos los peligros de occidente, el camino que les esperaba a ambos era incierto, inseguro y muy duro, hombres, mujeres y niños hambrientos, temerosos, enfermos y heridos intentando sobrevivir a esa locura homicida que se había instalado en Oriente amenazando la vida, la cordura y atentando contra la seguridad de todos.
Mientras una empobrecida y expoliada Europa celebraba la nochebuena en el Centro de Internamiento para Refugiados Shahnameh se agitaba y se retorcía en su improvisado lecho con un grave gesto de terror, Khalid que yacía junto a él de forma suave le despertó y le comunicó que todo ese pesar tan solo era un mal sueño.
Shahnameh aunque se sintió aliviado, con el rostro entre sus temblorosas manos lloró amargamente, Khalid sorprendido de que existieran pesadillas aún peores que la realidad de la vida, mientras lo consolaba le preguntó por el horror que le causaba tanto dolor, Shahnameh se secó las lágrimas, después mucho más tranquilo y junto al calor del amigo revivió las imágenes que le llenaron el corazón de tristeza, de rabia y de miedo.
-Primero soñé con mi mujer y con mi hija, las veía como antes de morir, después la ciudad se cubrió de fuego y todos sus habitantes se ahogaban en sangre.
-He visto un mundo sin salida y sin descanso para nadie en donde el amor y la fraternidad entre los hombres eran dos sentimientos raros en extinción, un mundo cruel en donde ni entre la humedad de la tierra, ni entre la madera putrefacta de los ataúdes existe paz y descanso para nadie, un mundo en donde el dolor y el sufrimiento se proyectaban de forma eterna sobre todas las naciones del planeta.
Un mundo en el cual ni allí ni aquí le importamos a nadie, allí nos aplastó el fanatismo cruel y criminal de los falsos hombres de Dios, y aquí nos condena la indiferencia y el miedo de los ciudadanos de occidente, en mi sueño pude ver millones de pequeños galápagos corriendo por una playa infinita intentando llegar al mar y un enjambre de alados monstruos que con un ruido ensordecedor una a una las iban triturando con afilados dientes, los monstruos son ellos y los galápagos somos nosotros que enloquecidos corremos hacia un lejano mar teñido de sangre buscando una oportunidad de vida.
Detrás de la apariencia,
está la carne, la sangre,
la piel y tu osamenta,
detrás de tu alma está,
escondido mi corazón.
Tú eres él, mi camino,
tú eres él, mi destino,
un puente levadizo qué,
conduce a la salvación.
Tú en la soledad de la montaña,
yo en el fuego de un volcán,
tú en la plenitud de la mañana,
yo entre la tibia luz crepuscular.
Shahnameh y Khalid se fundieron en un emotivo abrazo bajo la luna llena de aquella nochebuena de 2015, dieron gracias por poder disfrutar de una noche tan bella sin peligros y en paz, ambos se hicieron conscientes de que ni Alá ni Jehová ni Yahveh eran grandes, ni justos, ni misericordiosos como aseguraban la Biblia, la Torá o el Corán, y que ese nacimiento que Occidente celebraba con tanta solemnidad esa noche tan solo se trataba de un hombre torturado hasta la muerte entre los millones de hombres y de mujeres masacrados con que consta la historia de la humanidad.
Ambos aprendieron que Dios no podrá jamás ser considerado misericordioso, ni justo, ni grande mientras permita que ocurran tantas miserias, tanto horror y tanta atrocidad sobre la faz del planeta, y allí, rodeados de niños hambrientos, de ancianos moribundos y de hombres y de mujeres jóvenes luchando contra el frío y revelándose contra la adversidad, Shahnameh y Khalid se hermanaron fundiendo su sangre y comprendieron que todo estaba perdido y que ni allí ni aquí existía un futuro esperanzador para nadie.
Pero era nochebuena y en el cielo había una gran luna llena que iluminaba la navidad, era nochebuena y estaban rodeados de miles de corazones hambrientos de alimentos y de libertad, sobre ellos no habían aviones de muerte, ni criminales con cuchillos buscando sus cabezas, sobre ellos centelleaban las estrellas repletas de belleza, de calma y de paz, Shahnameh y Khalid se durmieron esa noche anhelando una oportunidad y con sus trémulos corazones henchidos de esperanza.
Cada fanatismo con su lema,
cada locura con su tema y,
cada activista con su labor.
Cada ilusión con su pega,
cada esperanza con su vela y,
cada poeta con su valor.
Nochebuena con luna llena,
con miedo y con frío en el corazón.
Nochebuena con el alma plena,
con sentimiento y sin tribulación.
Cada asesino con su piedra,
cada víctima con su condena y,
cada conflicto con su color.
Cada demonio con su estela,
cada ángel con su candela y,
cada refugiado con su dolor.
Nochebuena con luna llena,
heridos y en el aire una canción.
Nochebuena con el alma plena,
refugiados, yertos y sin pasión.
Lucas Lazar. Contando Historias.
“Cuando el amor está en el aire la dicha se respira en cualquier lugar, el amor hace lo malo bueno y la belleza sustituye a la fealdad, el amor puede mover montañas, cambiar el cauce de un río y detener la tempestad”
La Fuerza del Amor.
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Nota para los lectores:
Pensarán los seguidores más fieles que hablo por hablar, ya se que dije que el 2016 lo dedicaría a escribir micro poemas, micro crónicas, micro teatro, micro cuentos, micro historias y micro relatos, pero este cuento corto pertenece a la nochebuena de 2015 y he querido iniciar el año con un cuento dedicado a esas personas que en sus países son perseguidas y que son estigmatizadas en cualquier otro lugar del planeta, son esos refugiados que intentan escapar de ese infierno de horror que en los últimos años se ha, o que por intereses bélicos los genocidas globales han convertido Oriente.
Comienzo el año escribiendo en español, no es el idioma en que mejor me muevo pero a fin de cuentas es mi idioma natal, y le quiero dedicar este escrito a mis seguidores más longevos cómo de hecho lo son JM, Bat, las vascas, MB, Anselmo Calleja, Eolo y Pedro Lamart, también a los nuevos lectores como el hombre que nunca ha leído un libro y a su amigo Joaquín Lax.
Os envío un saludo para tod@s deseando que el año que comienza sea un poco mejor que el año que termina y que los buenos augurios, la felicidad, la salud, el trabajo y el amor nos acompañen a todos los 365 días del año. Aún antes de que podamos despegar los pedazos de turrón de las muelas habrá pasado el divertido carnaval, la puta semana santa, otra primavera y estaremos de nuevo en verano, tomando el sol llegará otro otoño, los santos difuntos y otra vez estaremos en navidad.
¿Qué no?
Por suerte o por desgracia el tiempo va volando y nada ni nadie lo puede detener, por lo menos de momento.
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